Parece que fue ayer, pero ya han pasado más de 10 años.
Me gusta decir que el XBRL español, como el fútbol, nació en Huelva. En este caso de la mano de Enrique Bonsón, que allá por el 2001 importó la idea desde los Estados Unidos y convocó a unos cuantos “locos” a unas jornadas en su ciudad para evaluar las posibilidades del nuevo lenguaje.
Seguramente atraídos por la idea, probablemente seducidos por el clima y las excelentes viandas, acudimos unos cuantos al evento y salimos con la firme convicción de que la creación de un lenguaje de automarcado, con especificaciones particulares para la entrega de información financiera y no financiera relativas a una empresa y con el claro objetivo de eliminar cualquier atisbo de ambigüedad en dicho intercambio, era mucho más que una buena idea. Era una necesidad.
Se constituyó una jurisdicción provisional, pionera de las actividades, pero la iniciativa por aquel entonces, a pesar de contar con participantes ilustres (contar con PWC o la Central de Balances del Banco de España, por ejemplo, no era asunto menor), no pasaba más que por ser un buen propósito y un trabajo más académico que con visos de convertirse en referencia.
El escándalo de ENRON y el firme apoyo del Banco de España, Registradores, AECA y la CNMV fundamentalmente, cambiaron el paso por completo. Se constituyó la jurisdicción española, una asociación fuerte, con participantes de relevancia tanto en el sector público como en el privado y con músculo suficiente como para convertir la especificación en un lenguaje de referencia. Por supuesto, me congratulo de que INFORMA estuviera presente tanto en la constitución de la jurisdicción provisional como ya en la definitiva y que desde entonces nuestro apoyo a la iniciativa se ha mantenido constante a lo largo de estos años.
Desde entonces, muchísimos han sido los retos, múltiples los resultados y como no podía ser de otra forma, dispares las conclusiones.
Si dijésemos que el objetivo de XBRL es convertirse en el único lenguaje utilizado (como estándar de facto) para el intercambio de información financiera entre partes, sean cuales sean éstas, se conozcan de antemano o no, se podría concluir que dicha aspiración no ha sido cubierta. Existen multitud de aplicaciones diferentes, sistemas particularizados que no usan el XBRL ni tampoco parecen existir demasiadas intenciones de hacerlo en un futuro próximo.
Pero nos equivocaríamos largamente si minusvalorásemos el trabajo realizado y los hitos alcanzados.
En España, por centrar la idea en lo que nos es cercano, el número de documentos que se intercambian en XBRL a lo largo de un año es muy elevado y de relevancia económica significativa.
No en vano, más del 80% de las empresas españolas realizan su depósito anual de cuentas usando este estándar y las empresas reguladas por la CNMV o por el Banco de España realizan sus declaraciones anuales usando la especificación, por poner ejemplos significativos entre otros en uso actualmente.
Haciendo una mirada retrospectiva en los últimos 10 años, quizás un poco más si vamos al tiempo de los pioneros, podría citar, con mirada absolutamente particular los siguientes aspectos positivos y negativos de estos años.
Aspectos positivos:
- El estándar en aquellos ámbitos en los que ha sido utilizado, ha demostrado su eficacia y su eficiencia. No solo la entrega de información financiera es superior en términos de claridad e inexistencia de ambigüedad, ajustándose a la normativa utilizada en la creación de la taxonomía, sino que el uso del mismo, como puede ser obvio por ejemplo en la entrega de los datos anuales de cuentas de las empresas, aumenta la eficiencia y consigue una significativa reducción de costes operativos.
- El estándar ha sabido evolucionar frente a los retos tecnológicos a los que se ha visto enfrentado. La creación de especificaciones para la formulación, conexión con textos normativos o reglas de presentación son buen ejemplo de avances en estos sentidos.
Aspectos a mejorar, líneas de avance:
- El estándar ha sido utilizado verdaderamente en situaciones de relación “1:N” en las que el demandante tiene la fuerza suficiente (regulador, por ejemplo) como para exigir el uso de la especificación. En sí mismo, el objetivo alcanzado no es despreciable ni mucho menos. Lo que no se ha cumplido es que, al hilo de dicha “imposición”, el resto de la industria de la información financiera, se apalancaría en el trabajo realizado para extender el uso del estándar en relaciones “N:M” (múltiples demandantes para múltiples ofertantes) tal y como se podía prever en un principio. Las aplicaciones ya existentes, incluido el “Excel”, han prevalecido y no se han visto sustituidos por el nuevo vehículo.
- Quizás como causa, probablemente como consecuencia, la extensión del uso del estándar a herramientas que permitan su consumo por parte de otras aplicaciones de forma sencilla, no ha triunfado de la forma que hubiese sido necesaria. Esto provoca por un lado que los documentos generados en XBRL no se contemplen más allá del uso para el que fueron generados originalmente (regulación) y en paralelo, que las empresas de desarrollo de software vayan eliminando la generación de funciones basadas en el lenguaje de sus hojas de ruta prioritarias.
Como podemos ver, el lenguaje XBRL tiene ante sí un futuro lleno de retos, como siempre, y de posibilidades. La información sobre empresas, tanto la cuantitativa como la que no lo es, sobre empresas es un instrumento decisivo para la toma de múltiples decisiones en muy diversos ámbitos y solo la existencia de un lenguaje de intercambio con las características bajo las que ha sido creado el XBRL puede asegurar que dichas decisiones son tomadas con los mejores datos disponibles.
Carlos Fernández.
Director General Adjunto del Área Técnica de INFORMA D&B